jueves, 1 de febrero de 2007

Primera persona del singular

YO

(Del lat. eo, de ego).

1. pron. person. Forma de nominativo de 1.ª persona singular en masculino y femenino.
2. pron. person. Fil. Designa la realidad personal de quien habla o escribe.
3. m. Fil. El sujeto humano en cuanto persona. El yo. Mi yo.
4. m. Psicol. Parte consciente del individuo, mediante la cual cada persona se hace cargo de su propia identidad y de sus relaciones con el medio.
~ que tú, que usted, etc.
1. exprs. coloqs. Si yo estuviera en tu, su, etc., lugar.
V.
yo pecador

La Secta de los Sintientes

La burbuja carbónica ascendió torpemente hasta deshacerse en la superficie helada del vaso. Un inaudible pop anunciaba el final de su existencia. Yo observaba con ataráxica quietud la condensación del cristal; imaginaba la epopeya, el viaje último de aquellos pedazos de aire en su ascensión al nirvana. Y veía en ellos reflejada mi propia realidad: ¿Podría una burbuja desplazarse hacia abajo?...
La expresión hindú Anumana (dícese de una evidencia que se obtiene escuchando) se abrió paso por mi mente como un alfiler al rojo atravesando papel de fumar. Encendí otro cigarrillo. Miré mi vaso a través de las lentas volutas de humo. Erigiéndose como un rascacielos, una abominación tecnoarquitéctonica en medio de la nada. Como la empuñadura de una espada de cristal hendida en el lomo de una serpiente de formica. Veía mi rostro reflejado en el vidrio como un esperpento. Una convexa parodia que surgía de la barra del bar.

Levanté la vista un instante. Como si de pronto hubiese recordado algo. El ambiente turbio del sitio embotaba mis sentidos. O el alcohol. Hice una lenta panorámica de aquel lugar llevado por la necesidad de comprobar que todo seguía igual.
La penumbra luchaba con el humo por el dominio del espacio. Era la nota dominante. Salvo algunos reductos de luminosidad: un viejo neón de alguna marca de cerveza o licor y un par de televisores que sólo emitían estática. La música sonaba como un viejo vinilo. Con ese deje rancio de altavoz añejo. El sonido del No quarter se entremezclaba con el de docenas de frases inconexas...

Close the door, put out the light. you know they won´t be home tonight...
Ella seguía allí. Y me miraba. Desconocía los motivos, pero sabía que no se iría. Tenía sed. Al igual que yo. No una sed fisiológica. Sino una suerte de sed empática. Un ansia de exploración de nuestro psico-cosmos. Un afán de descubrimiento místico; de intentar penetrar a través de los ojos con el fin último de llegar a la esencia mutua.
Era nuestro juego. Como una especie de extraño acertijo. En el que cada cual creía adivinar los cómos, los cuándos y , sobre todo, los por qués de todo aquello que nos hacía únicos entre las demás sombras del lugar. Nuestra presencia ejercía un efecto nootrópico en ambos. Como una droga chamánica. Sentía ese estímulo fascinante. El aumento de la velocidad cognitiva casi me hacía sentir la densa actividad de nuestros neurotransmisores trabajando a fondo en el intercambio. Parecía que nuestro cerebro hubiese desarrollado circunvoluciones nuevas para adaptarse.
Aquello nos hacía superiores al resto. En el fondo siempre lo habíamos considerado así. Incluso antes de conocernos. Pero era en nuestra compañía cuando esta sospecha cobraba visos de evidencia...
Recordé un versículo del Bhagavad-Gita el libro sagrado de los hindúes: "Cuando alguien está iluminado con el conocimiento por el cual se destruye la ignorancia, su conocimiento lo revela todo, tal como el Sol lo ilumina todo durante el día..." Era irónico...pensarlo en ese preciso instante...
La canción de Zeppelin llegaba a su alucinógeno apogeo.
They ask no quarter, they hold no quarter...